martes

por alguna razón la pena o el dolor de cabeza se quedan encerrado en uno, sin que los demás puedan verlos o entenderlos, aunque digan que sí y traten de dedicarte palabras en buena que nunca me han importado menos que hoy. me siento víctima de toda esta rutina, todo el tiempo una víctima de lo que tengo que hacer. a estas alturas, las metas se ponen un tanto difusas, estoy muy cansada y no sé hasta dónde quiero llegar, ni con quién, ni cuándo. ni siquiera estoy completamente segura de querer llegar a alguna parte. se nota en cómo conversamos que las cosas han cambiado, se han ido un par de personas claves, la cosa no fluye así, ¿será la edad? un pico esta edad, un pico la universidad y un pico tener que irse a dormir porque simplemente no tenís con quien hablar, no alguien real, no tenís a quién comentarle tus problemas sin que se atormente por la decepción que escapa de tus ojos y tus palabras y se sienta con el derecho o el deber de recitarte ese clásico discurso subeánimos que siempre me ha exasperado un poco. los vacíos se están volviendo cada vez más evidentes, hay muchos asientos disponibles que nadie quiere ocupar y a mí sólo me gustaría tener a alguien con quien fumarme un cigarro cuando me aburra de recurrir al sueño sólo para dejar de pensar.

qué tal si los mando a todos a la mierda unos cuantos días.