domingo, mayo 30, 2010

paseo de domingo

por alguna razón, hoy no me molestó despertarme temprano. llegué casi puntual y te ubiqué a lo lejos, leyendo un folleto con atención. me acerqué rapido para que no me vieras y te abracé. fue el primer momento bacán del día. comenzamos el paseo cuando tú quisiste ir al banco central y te acompañé a hacer una fila de muchísimo rato que casi no noté, hasta que empezaste a bostezar y a rascarte un ojo como siempre que estai comenzando a aburrirte. en la fila, lograste simpatizar con una señora que se enojaba porque la gente no respetaba los puestos de la fila y te tomabas muy en serio el asunto cuando alguien trataba de hacerlo. cuando entramos, me enseñaste por qué no pueden hacer más y más billetes y bromeamos sobre todas las cosas posibles dentro de ese lugar tan serio. también vimos monedas antiguas y billetes viejitos. a la salida, nos apuramos para ir a ver un documental que ya había empezado y estabai un poco triste porque no alcanzamos a llegar y porque tu recorrido de los patrimonios ya se había terminado, pero yo estaba contenta de estar contigo desde la mañana. nos fuimos a comer a estación central. almorzamos mientras me molestabai por algo que no recuerdo y yo me comía tus papas fritas. tomamos micro y nos bajamos en la biblioteca de santiago a hacer pipí. jaja. seguimos nuestro tour hacia el parque quinta normal, ese lugar que nunca me va a recordar a otra persona que no seas tú. buscamos un espacio con solcito, pero finalmente nos quedamos en uno donde el pasto no estuviera tan mojado por la lluvia de ayer. nos recostamos ahí hasta que se hizo tan de noche que apenas podíamos distinguir los árboles. el tiempo pasó horriblemente rápido y a la salida nos tomamos un kapo de frambuesa. para pasar el frío y aprovechar un último rato juntos, nos refugiamos en el metro. ese metro que también me recuerda solamente a ti. ahí jugamos y hablamos de muchas cosas distintas. te pregunté qué figura acababa de formar con mi bombilla del kapo y me dijiste que un pentágono, pero no porque era una octaedro. te reíste y me abrazaste. no me quería ir, pero ya era tarde. mientras esperábamos la micro, se me ocurrió una historia para ti y empezaste a enojarte de mentira. miré unos edificios y te dije que allá estaba nuestro departamento, "¿vamos?". me dijiste que sí, con tu típica cara terriblemente tierna de pendejo contento. "pero pasamos a comprar algo para comer, ¿ya?" me abrazaste de nuevo. al ratito pasó la micro y después de un rato de muchas despedidas, te fuiste a estación central.

de vuelta a casa, me vine sonriendo todo el viaje.

1 comentarios:

Octaeeedro :) dijo...

En verdad no importaron ni la cámara sin pilas, ni la fila de dos cuadras, ni la micro que no pasaba nunca, ni cualquier otro suceso desafortunado. Lo único importante es que no necesito más que tu compañía para tener el más bacán de los días.

 
Todos los derechos reservados Pianitou Sociedad Anónima.