hoy me levanté muy tarde, sin despertador. por alguna razón caminé directamente a mi calabaza de halloween y caché que le quedaban 3 frugelés, así que me comí grotescamente dos mordiéndolas terriblemente y tan rápido que apenas noté que eran dulces. mi mamá me dijo que el inuyasha amaneció bajoneao, así que salí a verlo y lo tapé. hacía calor, pero igual lo tapé y le dí un besito en la cabecita sin que mi mamá me viera. la tiene tan suavecita desde que le cortaron el pelo, me hizo recordar lo mucho que me gustaba tocarle la cabeza a los niños cuando se rapaban y les quedaba el cráneo como un erizo. el inu está tan lindo, quiero que su herida se sane pronto y no llevarlo nunca más a ese veterinario que habla todo con zeta y me cae mal. después ¡bandidirou! y el bandi vino con su ojo piratesco y moviendo su colita apenas. mi papá le canta la cucaraaacha la cucaraaachaaa, ya no puede caminaaar. no lo encuentro chistoso pero al menos torna un poco menos serio esto de ver a mi perro tan viejito. bandi lindo e inuyasha lindo.
en la tardecita viajé a valparadise. los viernes en la tarde siempre está lleno de gente que va como a la ¿playa? y al bajarme todos decían ¡alojamiento, alojamiento! y yo ¡noo, gracias! así que corrí desde ahí a la micro y desde la micro hasta la plaza anibal pinto. en la micro miré hacia esa plaza que está junto al congreso y estaba tan linda y llena de viejitos jugando ajedrez (la llevan, espero que me acepten en el clan en 35 años). desde lejos vi a la cami prendiendo el que seguramente era el cigarro n°248575 del día. le dije tantas veces sorry sorry sorry que al final le terminé diciendo, sólo por causas disléxicas, sorra. oooooh que nos reímos. guajaja. sorra, cami, es que el bus... ¡dije sorra, gueón! y ahí tantas risas. en el colectivo hacia el cerro todavía me reía.
llegamos a la radioneta bien tarde, había gente al aire y nosotras esperando por entrar. tiraron un tema de javiera mena y bajamos. la cami primero, aunque quería que bajara yo adelante, pero le dije ¡saaale! abajo: dos niñas y tres niños. eran como grandes y hablaban bacán. como siempre, yo soy la acompañante que sonríe y toma un cuaderno como si tuviera muchas cosas que anotar. el locutor era como ¿lindo? y yo supe de inmediato que la cami pensaba lo mismo y por eso ponía esa cara y esa voz. después de un rato, la cosa estuvo menos hormonal y conversamos harto. por suerte nos dejaron fumar y sólo cuando íbamos bajando el cerro me dí cuenta de mi robo de fósforos al niño locutor. el niño le había sacado ese papel donde salen los copihues, ¿por qué lo haría? la cajita parecía tan suya que me dio pena habérsela robado, fue muy sin querer.
niño, si estás leyendo esto, aún quedan fósforos.
en la tardecita viajé a valparadise. los viernes en la tarde siempre está lleno de gente que va como a la ¿playa? y al bajarme todos decían ¡alojamiento, alojamiento! y yo ¡noo, gracias! así que corrí desde ahí a la micro y desde la micro hasta la plaza anibal pinto. en la micro miré hacia esa plaza que está junto al congreso y estaba tan linda y llena de viejitos jugando ajedrez (la llevan, espero que me acepten en el clan en 35 años). desde lejos vi a la cami prendiendo el que seguramente era el cigarro n°248575 del día. le dije tantas veces sorry sorry sorry que al final le terminé diciendo, sólo por causas disléxicas, sorra. oooooh que nos reímos. guajaja. sorra, cami, es que el bus... ¡dije sorra, gueón! y ahí tantas risas. en el colectivo hacia el cerro todavía me reía.
llegamos a la radioneta bien tarde, había gente al aire y nosotras esperando por entrar. tiraron un tema de javiera mena y bajamos. la cami primero, aunque quería que bajara yo adelante, pero le dije ¡saaale! abajo: dos niñas y tres niños. eran como grandes y hablaban bacán. como siempre, yo soy la acompañante que sonríe y toma un cuaderno como si tuviera muchas cosas que anotar. el locutor era como ¿lindo? y yo supe de inmediato que la cami pensaba lo mismo y por eso ponía esa cara y esa voz. después de un rato, la cosa estuvo menos hormonal y conversamos harto. por suerte nos dejaron fumar y sólo cuando íbamos bajando el cerro me dí cuenta de mi robo de fósforos al niño locutor. el niño le había sacado ese papel donde salen los copihues, ¿por qué lo haría? la cajita parecía tan suya que me dio pena habérsela robado, fue muy sin querer.
niño, si estás leyendo esto, aún quedan fósforos.
voy a guardar la cajita.