nunca me había sentido tan intrusa en medio de los árboles. lo que parecía un viaje un poquito lejos terminó siendo una travesía a la cresta, realmente distante de la vida real, donde los animales no le piden permiso a nadie para pasearse entre los cerros. las horas pasaron rápido, la rutina se transformó en una nueva palabra para mí, le dí connotación positiva, distinta a esa que siempre me recuerda la mezcla de sueño, clases y obligación de la vida marzo-diciembre. nunca había tenido tan pocas ganas de volver a casa.
allá, lejos, incluso extrañar se sentía bien. mis momentos favoritos eran después de la ducha de la tarde, recién abrigada con mi polerón al revés, calentando agüita para un rico café con pan amasado. el silencio, el cielo de noche, la mezcla de sacos de dormir y el teléfono apagado son cosas que voy a recordar cuando en mayo, como todos los meses, tenga ganas de pegarme un balazo, aburrida de la ciudad, los viajes obligados y de estar triste. gracias por tan amable recibimiento, naturaleza.
allá, lejos, incluso extrañar se sentía bien. mis momentos favoritos eran después de la ducha de la tarde, recién abrigada con mi polerón al revés, calentando agüita para un rico café con pan amasado. el silencio, el cielo de noche, la mezcla de sacos de dormir y el teléfono apagado son cosas que voy a recordar cuando en mayo, como todos los meses, tenga ganas de pegarme un balazo, aburrida de la ciudad, los viajes obligados y de estar triste. gracias por tan amable recibimiento, naturaleza.