por suerte mi cabeza no perdió entre el desorden esos segundos exactos que pertenecen a la primera vez que te vi. esa noche en medio de un montón de locos ebrios y drogados, entre los cuales nos contamos, inconscientemente decidí que no te pescaría. y así fue. dediqué todo lo que era mi carrete personal a pensar huevadas, subirme a una reja, balancearme y a seguir pensando huevadas. ahora que estoy lo suficientemente cuerda para reflexionarlo, descubro que algo me pasó contigo desde ese momento o quizás desde más tarde, en la primera micro, ese mini segundo en que me miraste y te miré. en volá todavía después, en la segunda micro, cuando le decías en su cara a un loco que estaba recitando un poema que te parecía malo. mientras me reía de la reacción del tipo y de tu tranquilidad que, real o ficticia, parecía demasiado real, noté que tenías algo bacán que nunca había visto en nadie, algo que todavía no identifico claramente. una cosa que me encantó y me dejó pensando aún más cuando, todavía ebrio, te bajaste de la micro de los últimos y te despediste de mi, mirándome y diciendo mi nombre, bien claro. tan atontada quedé que parece que sólo sonreí.
típico.
me acuerdo tan bien que me da vergüenza.
típico.
me acuerdo tan bien que me da vergüenza.
0 comentarios:
Publicar un comentario