en urgencias, un sábado por la noche, me sentí una pendeja de nuevo, apretando la mano de mi mamá y mirando los focos blancos del techo, esos mismos que protagonizaron mis peores pesadillas a los 8 años. cuando llegas al hospital en condiciones terribles que no pudieron ser solucionadas con un analgésico o unas cuantas horas de siesta, es cuando te das cuenta de lo frágil que eres. parece que todos tenemos que pedir ayuda algún día, todos. incluso yo, la autodeclarada enemiga de los tipos de delantal blanco.
2 comentarios:
¿qué diablos pasó? D:
ojalá estes bien
suerte.
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