sabía que estabai afuera antes de que me llamarai gracias a los ladridos de los perros. ya no te extraño, pero a veces me gustaría escuchar mi nombre desde la calle, ponerme la bufanda y salir a caminar contigo sin cambiarme el uniforme. eran días distintos a estos, corría del colegio al preu y me sentaba sola en las escaleras a mirar los ejercicios del libro de matemáticas y a imaginarme resolviéndolos. ya no recuerdo qué habrá sonado en mi pendrive durante los recreos, pero sí sé que mataba los minutos pensando que, al final, esa rutina terrible me llevaría a los mejores días de mi vida. me equivoqué harto. los mejores días fueron justamente esos en los que pude haber llenado un cuaderno sólo con mis planes. sentados en la vereda de algún pasaje, te prometí que nunca más me quedaría con ganas de salir a caminar tarde, aunque fuera en plena madrugada. te juré que iba a ir donde yo quisiera y que nadie me volvería a pedir explicaciones. para mí, ese era el verdadero significado de la libertad. no me interesaba mucho más que eso. salir a caminar tarde, sin preguntas.
y todavía no se puede.
y todavía no se puede.
3 comentarios:
es TAN cierto, ando pensando lo mismo últimamente.
extraño tanto tanto mi año antes de entrar a la u.
que bien escribes... tienes mucha razon
Me he vuelto a sentir tan pero tan identificada con otro de tus post...
Saludos y que el frío maldito que aparece de nuevo no te -nos- haga sentir pena.
=)
Publicar un comentario